Javier Sartorius Milans del Bosch era un joven extrovertido, apuesto, de noble cuna, carismático y deportista. El ‘zurdo de oro’ cuando jugaba al tenis junto con su hermano Fernando. Javier y Fernando marcharon a Estados Unidos a estudiar Administración de Empresas, carrera que abandonaron casi al empezar para dedicarse a surfear las olas de California, ganar campeonatos de pádel, entrenar a las estrellas de Hollywood y, de paso, ingresar unos dólares vendiendo aspiradoras a domicilio o cuidando jardines. Sol, playas, diversión, chicas, deporte. JAVIER LO TENÍA TODO. O no.
Fue precisamente en Los Angeles donde Javier comenzó a sentir una creciente inquietud por la vida espiritual, llegando a acercarse a las tendencias modernas de raíz oriental, tratando de encontrar una respuesta a su profundo anhelo de una vida plena y con sentido.
Así, en 1989 fue campeón de EEUU de pádel, y el año siguiente, misionero en Cuzco con Los Siervos de los Pobres del Tercer Mundo. Fue tal el shock que provocó la vida de pobreza y sacrificio absolutos que probó, que decidió entrar en el seminario de Toledo. Pero Javier no estaba hecho para estudiar, y tampoco para el sacerdocio. A él le llamaba la vida contemplativa, la oración, a pesar de su personalidad extrovertida. Su amigo Jordi le habló de la Comunidad de Lord, en Cataluña, y es ahí donde
encaminó su vida, dejando todo su pasado atrás con tal de encontrarse a sí mismo viviendo cerca de Jesucristo.
Entonces no sabía que tendría que cargar con una verdadera cruz... en forma de enfermedad.
Además de mostrar los trazos de santidad de su vida, queremos que todo espectador se sienta interpelado por el periplo espiritual de Javier Sartorius.
Queremos mostrar la fe como algo desafiante y atractivo para el joven y el adulto del siglo XXI, hacer entender que todos estamos llamados a salir del “Matrix” de nuestra comodidad y nuestros esquemas, y que la vida se vuelve mucho más bella cuando se la confiamos al Señor, aunque parezca que “renunciamos” a tantas cosas.
